martes, 3 de junio de 2008

Terminando racionalmente

- ¿Cómo está?

- Yo muy bien y Ud.?

- Bien, bien, gracias, ¿sabe qué? creo que es la situación espacio-temporal adecuada para que usted y quien le habla mantengan una conversación decisiva en torno a la relación, de corte más bien sentimental, que ambos mantenemos.

- Sin duda alguna, he notado una clara erosión en lo que concierne al trato privado entre nosotros y considero que sería de gran provecho el diálogo que usted menciona.

- Entonces estamos de acuerdo. Procedamos a sentarnos.

(sonido de personas sentándose)

- Plantearé entonces mis argumentos de la forma más clara y precisa posible, no dejando duda posible, para luego, de manera inductiva, llegar a una conclusión.

I. Claramente existe una relación asimétrica en relación a la calidad y profundidad de los sentimientos, mientras que su persona parece estar completamente comprometida, su servidor, duda constantemente.

II. Elementos ajenos a la relación, léase otros individuos, interfieren y dificultan el normal desarrollo.

III. Dentro de la vida personal de quien le habla, persiste un caos referido tanto a las interacciones interpersonales como a la perspectiva de un futuro poco auspicioso.

Habiendo considerado los puntos anteriores, irremediablemente he llegado a la conclusión, y con ello a la determinación, de que, la ya bastamente analizada relación sentimental, llegue a un abrupto final, aceptando todo los que esta situación conlleva.

- Sus argumentos son irrefutables, no me queda más que aceptarlos y comenzar el duelo pertinente.

- Ya que toca el tema, ¿Cuánto cree que será adecuado prolongar el susodicho duelo? Me refiero a que mientras usted persista en esa actitud, mi libertad de acción se ve bastante coartada.

- Lo mantendré informado, ahora debo ir a activar mis glándulas lacrimales, usted entiende, parte del protocolo.



Aquí se aprecia el daño cerebral irrevercible que ha producido la Facultad de Derecho en mi masa encefálica.

No hay comentarios: